jueves, 4 de septiembre de 2014

La Guerra de la Independencia

Hacemos obras en casa, ordenamos el trastero y, revisando unas cajas largos años cerradas, aparece, entre otros papeles, un poema de hace doce años, escrito en no sé qué momento, no sé con qué motivación; pero es emocionante leer las palabras del que un día fui, y ver que los versos finales redundan en este sentimiento de que pasa el tiempo y uno se convierte en otro, parecido, pero otro.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Lo recuerdo como si fuera
mil ochocientos ocho.
Los franceses invadían España
mientras yo perdía el tiempo
viendo crecer mis uñas, viendo hincharse
las venas de mis brazos.
Tras la batalla de Bailén
ellos retrocedían hasta el Ebro
y yo me abandonaba en las esquinas
rasgando mis nudillos con los muros.
Vino Napoleón y tomó el mando
pero nada cambió, porque seguía
lamentando mis pasos y mis versos.
Wellington y los rusos y los otros
nos salvaban luchando como nunca
y yo hacía las cosas desganado,
como por ganar tiempo para algo
que no sabía a qué conduciría.
Recuerdo la victoria finalmente
como leida en un libro.
No se trata de mí, se trata de otro
que un día fui, y hoy casi no recuerdo.

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